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JAVIER MARÍAS. CON ESTILO PROPIO

 El sillón R de la Real Academia Española se encuentra vacío desde el pasado 11 de septiembre. Javier Marías, uno de los novelistas más destacados de nuestro país, falleció casi sin hacer ruido, tal y como le gustaba vivir.

La obra de Marías era simplemente sello de calidad. La brillantez y la profunda introspección con la que escribía hacía de él un autor muchas veces amado u odiado. No es fácil acercarse a una prosa tan estudiada y reflexiva. Fue un erudito de su lengua y contribuyó con cientos de escritos a la cultura española y europea: novela, ensayo, traducciones, crítica literaria… Sin embargo, prefería quedar relegado a la firma de sus textos por encima de mostrarse públicamente de manera habitual.

Así, en la tranquilidad de su estudio se fue hace apenas un mes. En él deja infinidad de muestras de su trabajo: El hombre sentimental (por el que recibió el Premio Herralde), Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí (Premio Rómulo Gallegos), Todas las almas (adaptada al cine como El último viaje de Robert Rylands), Negra espalda del tiempo, la trilogía Tu rostro mañana, o sus dos últimas novelas Berta Isla y Tomás Nevinson.

Su fama y prestigio sobrepasaba fronteras. En Francia y Alemania su nombre estaba siempre entre los destacados, al igual que en Italia u Holanda. Su obra fue traducida a 46 idiomas y publicada en 59 países. Llegaron a decir de él que era el más europeo de los escritores españoles y la crítica alemana lo designó en los 90 como “uno de los mayores escritores vivos del mundo”. Un autor que marcó a una generación, sin el que es imposible concebir la literatura contemporánea, como aseguró el editor Jaime Salinas, y a través del cual se dejaban entrever retazos de Faulkner, Melville, Joseph Conrad o Henry James. Fascinado también por William Shakespeare (Marías fue además traductor y trabajó varios años como profesor en Oxford), algunas de sus novelas toman sus títulos de obras del poeta y dramaturgo inglés.

Se da la curiosidad de que, sin ser precisamente Galdós su más admirado referente literario, coincidirá con él en la voluntad de repetir personajes en diferentes novelas, con lo que creaba la impresión de un inmenso friso narrativo, de un mundo propio, cerrado y autónomo, con su propia figuración de anécdotas, perfiles y situaciones.

Javier Marías tenía facilidad para crear personajes que dan vueltas alrededor de sí, creaba tramas de continuidad donde aborda la identidad, la memoria, el amor, el peso del pasado, la ida y vuelta de seres inadaptados, que se movían a su antojo no sólo en el Reino Unido o Estados Unidos, donde suceden varios textos suyos, sino por París o por España.

Marías se ha marchado sin haber llegado a recibir el Premio Nobel de Literatura, a pesar de llevar en las quinielas del premio en los últimos años. Como ha resaltado el también escritor Arturo Pérez Reverte, “que Javier Marías haya muerto sin el Premio Nobel le quita mucha categoría al Nobel”.

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