
El próximo 20 de
octubre se cumplen cincuenta años del estreno de El padrino en España.
En Estados Unidos recaló en marzo de 1972. Una película épica basada en la
novela de Mario Puzo, guionista de la película junto al director, Francis Ford
Coppola.
El padrino narra la trágica
historia de los Corleone, familia de inmigrantes sicilianos que se introduce en
el crimen organizado y se hace con una cantidad desmedida de poder en la Nueva
York de la década de los 40. Logró tres premios Oscar: mejor película, guion
adaptado y actor principal para Marlon Brando, excepcional como el patriarca
Don Vito Corleone. El filme supuso un nuevo empujón a su carrera y encumbró la
de Al Pacino, magnífico en su papel de Michael Corleone, el hijo menor que pasa
de los asuntos turbios de la familia a implacable jefe de la mafia
ítalo-estadounidense.

Pero la creación de esta película,
considerada por muchos como la mejor de todos los tiempos, fue un camino
plagado de espinas, con problemas de presupuesto y agrias discusiones entre
Coppola y la productora Paramount, que había comprado los derechos de una
novela inacabada de un Puzo que necesitaba desesperadamente dinero. Con mucho
esfuerzo y paciencia, acompañados de miedo a ser despedido y continuos
quebraderos de cabeza, el joven Coppola consiguió que el proyecto inicial, que
tenía dos millones de dólares de presupuesto
para una película de una hora y 45 minutos de duración, acabara en una historia
épica rodada entre Nueva York, Sicilia (Italia) Las Vegas (Nevada) y Los
Ángeles (California) de dos horas y 55 minutos y un coste tres veces mayor que
el presupuestado.
A Coppola le costó sangre, sudor y
lágrimas convencer a los productores de incorporar en el proyecto a Brando, que no solamente
ya no era la joven estrella que en los años 50 había hechizado Hollywood, sino
que arrastraba el estigma de ser un actor que se había abandonado a sí mismo y
con el que era muy difícil trabajar. Tampoco fue
fácil convencer a Paramount de la idoneidad de Al Pacino, que a pesar de
haber ganado un premio Tony de teatro, era un gran desconocido en la gran
pantalla. Para su papel se pensó también en Robert Redford, Warren Beatty y
Jack Nicholson, pero tras solucionar algunos problemas con la Metro Goldwyn
Mayer, que le tenía contratado para otro filme, finalmente el joven actor
(tenía solo 21 años cuando se rodó) se hizo con el personaje que ha marcado su
carrera cinematográfica. El elenco se completó con una mezcla de veteranos y
noveles: Diane Keaton, Richard Conte, John Cazale, Robert Duvall, Abe Vigoda o
Richard Castellano.
Pero la obstinación de Coppola, que
desde el principio tenía en su cabeza esta historia sobre la Mafia escrita y
dirigida por primera vez por italoamericanos, logró, poco a poco, derribar
muros y abrir ventanas para dar luz a esta obra mitológica del claro oscuro,
que se hunde en la cara oculta del sueño americano, el triunfo económico a toda
costa.
"I believe in America"
(Yo creo en los Estados Unidos), es la primera frase de la película, que se escucha
todavía con un fondo negro y que pronuncia Amerigo Bonasera, dueño de una
funeraria en Nueva York, como arranque de un discurso en el que acaba pidiendo
a Vito Corleone que haga justicia y asesine al hombre que ha abusado de su
hija.
En estos 50 años, no ha dejado de
crecer el mito de un filme que ocupa el segundo puesto en la lista del American
Film Institute (AFI) de las 100 películas más destacadas de la historia, solo
por detrás de "Ciudadano Kane".
Comentarios
Publicar un comentario